Lunes 15 de abril de 2024

 

¡Buenos días! Antes de comenzar la oración de la mañana, es buen momento para situarse en el medidor emocional... ¿Cómo te sientes hoy?

¡Buenos días y feliz semana! Ayer celebramos el tercer domingo del tiempo de Pascua. En la lectura del Evangelio descubrimos que los apóstoles estaban algo confundidos con todo lo que estaba pasando. Seguían necesitando encontrarse con Jesús Resucitado para perder el miedo y descubrir que su Maestro volvía a estar con ellos. Podemos leerlo o ver una adaptación de la lectura evangélica en el siguiente enlace: 

 


APARICIÓN A LOS APÓSTOLES – (cf. Lc 24, 35-48)

Los discípulos estaban muy confundidos. Resulta que no todos entendían esto de la Resurrección de Jesús. Unos lo habían visto por el camino. Otros contaban que se les había aparecido. Pero otros no lo habían visto, y no sabían qué pensar. Un día estaban hablando de todo esto, cuando volvió a aparecer Jesús en medio de ellos. Pero, entendedme, cuando Jesús se aparecía ahora era ya un poco distinto a cuando estaba vivo. Por eso no siempre lo reconocían. Así que algunos se asustaron, o pensaban que era un fantasma. Jesús se rio, con cariño, y les dijo: «Qué bobos sois, no tengáis miedo. Mirad mis manos y mis pies. Soy yo en persona». Y al decir esto les enseñaba las manos. Ellos miraban, pero, aun así, no sabían qué hacer. Entonces les dijo: «A ver, ¿tenéis algo de comer?» Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Y él se puso a comer. Entonces sí que lo reconocieron. Porque habían comido juntos tantas veces, en los caminos… Jesús les fue explicando las escrituras, que lo que había pasado era lo que contaban los libros antiguos. Les decía que ya estaba escrito desde antiguo que el Mesías tenía que resucitar al tercer día. Y les hizo un encargo: que anunciasen a todo el mundo esta buena noticia.

 



REFLEXIÓN:

Todos podemos ser testigos tuyos si ayudamos a los demás a saber que has existido. El mundo necesita testigos que compartan lo que creen y tienen con los demás.

Nosotros tampoco vemos a Jesús delante de nosotros, pero a veces sabemos que está con nosotros, que nos da calma y alegría… No lo sabemos con los ojos, pero lo sabemos con el corazón.

Podemos terminar pidiendo a Jesús que nos ayude a sentirle a nuestro lado.

 

Rezamos juntos Padrenuestro…